El oscuro objeto del deseo

22.08.2014 15:11

                                     

     Hubo  una  vez  un  tiempo en el que el consumo se hizó motor de nuestros

deseos  y  ese  tiempo fué ahora.   El deseo de sobrevivir nos hizó dueños del

mundo  y  dió origen al Amor;   . . .entonces probamos que podíamos prostituir

los  deseos  dañando  incluso  a  quien  decíamos amar.  Durante miles de años

convertimos  a  la  mujer  en  el objeto de deseo del hombre, ahora ella podía

usar ese poder  para convertirlo en un  "pelele";   al menos así lo pintó Buñuel

en  la  película  que  lleva el nombre de este cuento.  Escuchemos  a Vertigogo

                         cantando "Ese oscuro objeto del deseo".

 

    . . .Pero si Buñuel hubiese sido mujer la historia se hubiera contado al revés. Los hijos de Adán y

Eva  seguíamos  cometiendo  los  mismos  errores;  iniciado el siglo XXI  la misoginia y misandria no

desaparecían. Buñuel y muchos de los más grandes hombres de la historia fuerón desgraciados sin

suerte en el amor. Las mujeres no lo harían mejor, las feministas son prueba de ello.  El juego del

amor nos convirtió en nobles objetos de deseo,  pero  no era suficiente; transformamos la música

en palabras y con las palabras inventamos la mentira y tampoco fué suficiente, inventamos el arte

y ni eso nos satisfacía.           . . .Y así poquito a poco creímos contentar a los insatisfechos creando

más  y  más  objetos  que  sustituyeran  al objeto principal.     . . .En  ese trajín estábamos, cuando

nos dimos cuenta que nosotros mismos somos el oscuro objeto del deseo. El deseo nos quema por

dentro porque no todo lo deseado es factible de obtener. Yeste deseo tan quemado y oscuro que

somos  ni  cuenta  se  dá  de   nuestra   necesidad  de  ser  amados  y ser reconocidos en nuestra

insignificancia y desnudez. Si los animales cubren el sexo con la cola, nosotros lo cubriríamos con

ropa y así fuimos sumando y sumando como lo hacemos hoy acumulando y exhibiéndonos; creyendo

que lo que somos, hacemos y tenemos hace la medida de  nuestro  valor y   si  vivimos  en  pareja,

hace la diferencia con aquel ó aquella que un día juramos amar  hasta  la  muerte. Y es que así  es

de misterioso  el  amor;  lo  hicimos  el motor  de  nuestras  vidas  no  para  dar  como lo hicierón

sus inventoras las madres; sino "para exijir todo el amor que nos merecemos y nos corresponde".

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